¡Hola a todos, lectores mestizos!
En esta
ocasión les traigo una reseña de “Las
pruebas de Apolo: La Profecía Oscura”. Como se trata de la segunda entrega
de esta trilogía, les recomiendo que se pasen por mi reseña del primer libro: “Las pruebas de Apolo: El Oráculo Perdido”.
(Link acá)
Sin más… ¡Empecemos!
Título Original: “The Trials of Apollo: The Dark Prophecy”
Autor/a: Riordan, Rick.
Autor/a: Riordan, Rick.
Número de páginas: 377.
Editorial: Montena.
Sinopsis: Todo el mundo sabe que no hay que meterse con Zeus, pero su hijo Apolo parece no darse cuenta.
Para castigarlo, el dios del trueno decide mandarlo a la Tierra bajo la apariencia de Lester, un típico adolescente con acné pero sin poderes, claro. Ahora, el único modo que Apolo tiene de regresar al monte Olimpo es devolviendo la luz a las profecías de los oráculos que se han oscurecido.
Pero ¿qué podrá hacer desprovisto de dones?
Tras superar una serie de pruebas muy peligrosas y bastante humillantes en el Campamento Mestizo, Apolo se embarcará en un viaje a través de Estados Unidos para conseguir localizar todos los oráculos. Por suerte, todo lo que ha perdido en poderes lo ha ganado en amistades, así que no estará solo.
Opinión Personal:
Como todo libro de Lord Rick Riordan,
siempre termino fascinada (a veces sospecho que ese hombre me hechizó o algo,
porque no puede ser que me guste absolutamente TODO lo que escribe). Y como es
de esperarse, “La Profecía Oscura” no
fue la excepción. Igualmente, si me lo preguntan, tampoco es que quedé
totalmente flipada con este libro, porque tuvo algunas cositas que quizás el
primer libro tuvo mejores, pero eso no significa que me haya gustado menos; a
pesar de que recién se hayan publicado dos libros, todavía no puedo definir
cuál de los dos me gustó más.
Empecé a leerlo con la idea de demorarme unos días con la lectura; es decir, ¿realmente vale la pena terminarme el libro en unas horas, sabiendo que estuve esperándolo durante MESES? No. Así que me lo terminé en dos días xd. Realmente intenté que mi lectura sea moderada, pero a medida que iba pasando las páginas se me hacía imposible soltarlo. Constantemente están pasando cosas que sorprenden al lector y, al menos a mí, me pasaba que no podía dejar de leer hasta que se resuelva alguno de los conflictos planteados o se revele información sobre algún dato o secreto que tiraban de la nada. Pero claro que, cuando todo estaba en paz, dos páginas después aparecía otra cosa y el círculo vicioso volvía a empezar.
Así que, si me pidieran que lo describiese con una palabra, claramente
sería: adictivo.
Rick Riordan tiene un talento natural para hacer que las cosas fluyan
sin más. Por lo tanto, es muy difícil que algún capítulo sea denso. A mí, en lo
personal, no me gusta cuando los autores se centran muchísimo en hacer una
descripción específica acerca de algo, ocupando casi una página para ello. Sin
embargo, a pesar de que Riordan tiene esos arranques y a veces describe más de
lo necesario (a mí parecer, obvio), ¡no me molesta viniendo de él! Sus
descripciones son tan frescas y livianas que las leo enseguida, sin ninguna
dificultad. Así que si leí sin problema esas descripciones que usualmente me
molestan, imagínense cuán rápido se me pasaron el resto de las páginas.
Esta
parte de la reseña va dedicada especialmente para aquellos que decían: “Las pruebas de Apolo es lo mismo que Percy
Jackson”. Bueno, queridos amigos,
¿cómo reaccionarían si les digo que no? Quizás en el primer libro sí se podían
encontrar más similitudes con el mundo de Percy Jackson, pero en “La Profecía Oscura” se puede ver una
diferencia. Para comenzar, los personajes no
están en el Campamento Mestizo, ni tampoco reciben una ayuda constante del
mismo. Acá, Apolo, Leo y Calipso
encuentran otro lugar donde se
refugian y son protegidos, muy parecido al campamento mestizo, pero tan
distinto al mismo tiempo.
APOLO NO ES UN SEMIDIÓS. En Percy Jackson, los personajes son hijos de divinidades griegas –y en su mayoría, los tríos principales cuentan con héroes realmente poderosos-, pero no pasa lo mismo con el cuarteto de esta segunda parte. Volvamos al hecho de que Apolo no es un semidiós, sino más bien un mortal común y corriente, con arranques de poder divino cada mucho tiempo y sólo si se trata de una situación extrema. Y Calipso, quien solía ser una hechicera, tampoco tiene sus poderes y la defensa personal no es su fuerte (de ningún tipo). Solamente Leo y Meg son los poderosos del equipo, quienes están para complementarse con aquellos miembros de carecen de habilidades especiales.
Y finalmente, están los enemigos. Si bien en la segunda serie de libros de Percy Jackson se mezclan la mitología griega con la romana, el enemigo principal y sus aliados pueden ser vistos desde cualquiera de sus contrapartes. Pero en este caso, aunque se trate de un dios griego, con un equipo compuesto por héroes del campamento mestizo y una hechicera, hija del titán Atlas, los enemigos son totalmente romanos. Más específico: emperadores. Y lo más espectacular de todo, es que el emperador protagónico de “La Profecía Oscura”, tiene una historia con Apolo, lo cual genera que la rivalidad entre ellos sea más interesante (esto no pasa en Percy Jackson, porque ninguno de los personajes tiene una historia con Gaia o Cronos).
Los personajes de este libro son preciosos. No puedo decir otra cosa. Y para mi sorpresa, creo que el cuarteto de héroes que vemos acá podría ser mi favorito de todos los libros de Riordan.
Creo que lo ideal sería empezar hablando de Apolo, pero hay alguien más
que tiene mi corazón desde “El Héroe
Perdido” y merece el primer lugar: Leo
Valdez. Para mí fue una auténtica sorpresa que él sea uno de los
protagonistas, sobre todo porque lo daba por muerto, pero fue increíble volver
a verlo en acción. Como siempre, Leo es un personaje que está cargado de
energía y predisposición para ayudar a sus amigos. Cada vez que abre la boca,
es casi imposible no soltar una carcajada con cualquiera de todas las cosas
ingeniosas que se le ocurren. Además, me gusta que poco a poco vaya encontrando
su lugar en el mundo, que es algo con lo que viene lidiando desde su primera
aparición en “El Héroe Perdido”. Creo
que en este libro tiene una idea clara de quién quiere ser y eso, viniendo de
él, me parece totalmente precioso. No creo que aparezca como protagonista en el
próximo libro, pero estoy contenta con el “cierre” que se le dio a su
personaje; de todos modos, eso no quita que quiera seguir viendo más de él en
algunos capítulos (con dos estoy feliz).
Calipso, ex prisionera de Ogigia e hija del titán Atlas, novia de Leo e integrante de este cuarteto de héroes, es un personaje con el que finalmente conseguí conectar. Las apariciones de Calipso en anteriores libros de Riordan fueron realmente escasas; además, en sus únicas dos apariciones mostró facetas totalmente opuestas. Cuando Percy cae en su isla, ella se comporta de un modo totalmente distinto a cuando los dioses le envían a Leo y, sin embargo, en ninguna de esas dos apariciones llegué a apreciarla. De este modo, cuando hizo su reaparición en “El Oráculo Perdido”, solamente pude pensar: “Esto va a ser larguíiisimo”. Afortunadamente, no fue así. Ya desde un comienzo, sus constantes peleas con Apolo (o Lester, como prefieran llamarlo) hicieron que me caiga bastante bien; no porque me guste que le lleve la contra, sino que lo hacía de un modo realmente gracioso, la cual es una faceta que desconocía de ella. Me gusta cómo sobrelleva el hecho de ya no ser inmortal, lo cual es algo que inclusive a Apolo le cuesta asimilar (y estamos en el segundo libro) y sus deseos de poder llevar una vida como la de cualquier semidiós, junto a Leo. También me encanta el compromiso que tiene con la misión y el modo en que intenta proteger a sus amigos, pese a que no los conoce del todo bien y uno de ellos le saca canas verdes (sí, Apolo, te estoy mirando a vos).
Meg, la pequeña hija de Deméter y por quien me comí las uñas casi la mitad
del libro, sigue siendo uno de los personajes que adoro y me gustaría poner en
una caja de cristal, para que nadie nunca la lastime (otra vez). En el primer
libro la adoré por completo, sobre todo porque tiene una personalidad realmente
única y divertida, además de que es prácticamente una nena y eso rompe con el
hilo de personajes que venía creando Riordan. Además, me gusta muchísimo su
progenitora divina y el poder que se le da, porque los hijos de Deméter casi
nunca se llevan el reconocimiento que merecen (aparte, amo profundamente a esa
diosa). Si tengo que mencionar un avance en Meg, probablemente diría que la vi
un poco más alejada de los fantasmas de su pasado que la atemorizaban. No
quiero hacer ningún spoiler, pero toma decisiones realmente valientes en cuanto
a su dependencia de Nerón y consigue llevar su dolor de otro modo (esto no sé
cómo explicarlo, pero créanme que hay un avance en cuanto a cómo se sentía con
respecto a su pasado en el primer libro y ahora en el segundo).
Y finalmente, ¡Apolo! Podría decir millones de cosas sobre él, pero creo que la reseña está siendo bastante larga como para explayarme más con él. De todos modos, sé que le encantaría saber que me gustaría escribir más de cinco párrafos hablando solamente de su personaje. Sin embargo, voy a tratar de ser breve. Como es de esperarse, continúa con esa deficiencia de humildad que viene mostrando desde el momento en que Riordan lo presentó en un libro de Percy Jackson; de todos modos, esa es una característica muy propia de él, la cual podría incluso ser gran parte de su esencia. También continúa con su humor sarcástico y esa valentía que tanto lo destaca (nótese el sarcasmo). Pero algo que me encantó acerca del nuevo Apolo, lo cual es algo que empieza a verse en este libro, es el compromiso que comienza a tener con la realidad que lo rodea. Primero y principal, consigue darse cuenta que no es la única persona en el mundo y que quizás otras personas también están pasándola igual de mal –o peor- que él. Apolo empieza a sentirse más a gusto con el hecho de no ser un dios (no digo que lo haya superado por completo, pero en algún momento se da cuenta que es en vano seguir llorando por una inmortalidad que todavía está lejos de volver a tener) y, algo que me parece precioso, es cómo se pone en los zapatos de los semidioses, lo cual lo lleva a tener un compromiso más fuerte con su misión, y el modo en que comienza a preocuparse por el bienestar de sus amigos (inclusive de Calipso).
Aunque me hubiese gustado hacer una descripción detallada de estos
personajes, creo que me estoy yendo por las ramas y prefiero comentarlo de paso
(eso no significa que sean menos importantes, ¡por supuesto que no!). La
cuestión es que quiero hablarles de Emmie y Jo, dos ex cazadoras de Artemisa,
quienes actualmente son pareja. Sí, damas y caballeros, ¡una pareja homosexual
en un libro destinado al público joven! Para mí eso es algo increíble, no sólo
por el modo en que Riordan naturaliza este tipo de relaciones (cuando digo
“naturalizar”, me refiero a que nadie se sorprende al descubrir que son pareja.
Además, creo que es algo estupendo, porque todavía le cuesta a la sociedad
aceptar que el amor entre dos personas no tiene que ser específicamente entre
géneros opuestos), sino porque ¡ambas son madres de una nena de siete años!
¿Todavía les queda duda que Riordan es un autor impresionantemente admirable?
Es decir, el tema de la adopción homoparental causó muchas repercusiones en
todo el mundo y sigue sin ser aceptado del todo, por lo que me fascinó que
Riordan lo incluya en su libro como algo totalmente normal (que, en realidad,
tendría que ser tomado así por todos). Así que Riordan no solo viene con una
inclusión cultural y racial increíble y la repentina aparición de una pareja
homosexual que nos llegó al corazón a todos los lectores (Solangelo), sino que
ahora incluye a otra pareja homosexual, quienes son madres de una nena de siete
años. No hay con qué darle a este hombre.
Resumiendo… “La Profecía Oscura” es un libro realmente adictivo, con personajes increíbles y aventuras tan sorprendentes que le provocan al lector que se coma las uñas de los nervios. Afortunadamente, para tratarse de una segunda parte, no decayó en ningún aspecto y, de hecho, puedo afirmar que hasta me pareció un libro todavía más completo que el primero. Tiene muchos guiños para que la sociedad entre en consciencia (sobre todo con respecto a la aceptación de la homosexualidad y la adopción homoparental), lo cual creo que es increíble y totalmente necesario, sobre todo tratándose de un libro cuyo destino es el público joven.
Así que, Semidioses, ¿qué están esperando para acompañar a Apolo en la búsqueda de los oráculos oscuros?
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